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Todo lo que necesitas saber para empezar a crear y mantener tu huerto urbano en casa

Un huerto urbano es un espacio al aire libre o de interior destinado al cultivo de verduras, frutas, hortalizas, legumbres ¡y mucho más! Sin embargo, es importante saber crearlo y, sobre todo, saber mantenerlo adecuadamente.

Por Virginia Moreno
19 de abril de 2018
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Cada vez es más frecuente que los habitantes de las ciudades busquen la manera de cultivar sus propias hortalizas, bien en un terreno cercano al núcleo urbano, bien en huertos ubicados dentro de la propia ciudad o en contenedores que se adaptan al espacio reducido característico de las viviendas urbanas.

Si has optado o te gustaría decantarte por esta elección más ecológica de consumir alimentos, nos encantaría compartir algunos consejos para que triunfes en la reconfortante y saludable aventura de tener un huerto urbano.

La ubicación

Dónde cultivar es sin duda la primera pregunta que surge a la hora de crear un huerto urbano. En principio, la máxima debería ser “sol y agua”. El huerto ideal ha de estar orientado hacia el sur o suroeste, a pleno sol, sin elementos que proyecten sombra sobre él. Solo así se asegura la energía suficiente para que las plantas se desarrollen fuertes, florezcan y den frutos o acumulen las reservas necesarias en tubérculos o raíces comestibles. Por otro lado, sin agua no hay vida, especialmente en primavera y verano, por lo que habrá que pensar en cómo regaremos nuestro huerto, antes de construirlo.

Huerto urbano

Cultivos en semisombra

Si tienes un espacio que no disfruta del sol durante todo el día o está orientado al norte, puedes aprovecharlo para plantar algunas especies que se desarrollan bien en semisombra. Tal es el caso de las verduras de hoja verde (lechuga, escarola, rúcula, espinaca…) o las hierbas culinarias como el perejil, la albahaca, el orégano, la hierbabuena o la menta, que solo requieren entre tres y cuatro horas de sol al día.

Contenedores

En cuanto a la localización del huerto como entidad en sí mismo, lo podemos tener fijo, en un terreno dado, pero cada vez se ofrecen alternativas más originales para hacerlo móvil. Desde una bolsa hasta un tiesto, pasando por una mesa de cultivo, todas son opciones válidas para cultivar distintos tipos de alimentos, siempre que haya espacio suficiente para que las raíces de las plantas se desarrollen cómodamente.

  • Suelo o camas de cultivo

    La forma tradicional de plantar un huerto es hacerlo sobre un terreno llano, pero también se pueden tener huertos fijos con las llamadas camas de cultivo, que son cercos de tablas de madera apoyadas sobre el suelo y rellenas con sustrato. Un recurso muy útil en zonas poco fértiles.
  • Sacos de cultivo

    Son bolsas ligeras y transpirables, fabricadas en material geotextil o de polietileno, que resisten a la intemperie. Se han convertido en la solución más cómoda para pequeños espacios e incluso para guardarlas dentro de casa, siempre que elijamos las plantas adecuadas.
  • Mesas de cultivo

    Aportan la comodidad de trabajar sin agacharse y permiten aprovechar el espacio de debajo para guardar herramientas de trabajo u otras plantas con menos exigencias de luz. Las hay de materiales y tamaños variados, por lo que se adaptan muy bien a distintos estilos de decoración exterior.
  • Cajones de cultivo

    Protegidos por dentro por material geotextil, son estructuras portátiles, muy estables cuando ya incluyen cultivos y que suelen estar fabricadas de resina o madera tratada al autoclave.
  • Tiestos y jardineras

    Se convierten en una alternativa más para cultivar todo tipo de hortalizas, siempre que se cuente con al menos 15 cm de sección, la mínima para muchos cultivos.

La tierra

El suelo más propicio para el cultivo de plantas hortícolas se caracteriza por ser esponjoso y profundo, además de fresco, evitando la sequedad o humedad extremas. También debe encontrar un término medio de porosidad, pues ha de retener el agua y drenarla al mismo tiempo.

Huerto urbano

Para conseguirlo, más allá de la fertilidad intrínseca de un suelo por su calidad química, física y cualidades biológicas, deberías realizar los siguientes trabajos:

Laboreo

Se trata de labrar el suelo hasta unos 40 cm de profundidad, antes de comenzar un ciclo de cultivos. El objetivo es airear y mullir el terreno. Si hablamos de un huerto de pequeño tamaño en un contenedor, con revolver el sustrato para romper la costra superficial, será bastante. Paso a paso:

  1. Escardamos para eliminar malas hierbas y restos de cultivos agotados
  2. Revolvemos la tierra con una pala o azada, para desmenuzarla y eliminar piedras y raíces gruesas.
  3. Enmendamos, entrecavando con algo de abono orgánico.
  4. Pasamos el rastrillo, para alisar.
  5. Tapamos si llueve, para que no perjudique el laboreo.

Abonado

En función del estado y la naturaleza del terreno, serán necesarias más o menos aportaciones de abono orgánico, pues este contribuye a revitalizarlo. Lo habitual es abonar 3 o 4 veces al año, entre la mitad del otoño y el principio de la primavera.

  • Abonado de fondo

    Es el que se realiza antes de la plantación para recuperar los nutrientes agotados por los cultivos anteriores y se entrecava con la tierra.
  • Abonado de cobertera

    Es el que se utiliza a lo largo del cultivo, para apoyar procesos específicos como la floración o el engorde de los frutos, aportando determinados nutrientes. Por ejemplo, si se usa humus de lombriz, hay que repartirlo uniformemente en proporción de 50 g por m2. Si son otros abonos, se recomienda alejarlos del cuello de las plantas, al menos unos 20 cm.

El riego

La cantidad de agua necesaria para el huerto viene determinada por las hortalizas incluidas en él (conviene unir especies con las mismas exigencias), la época del año, el clima y las características del suelo. En este último sentido, hará falta más agua en terrenos arenosos, de alta infiltración, y menos en los más arcillosos.

Regar huerto urbano

Como norma general, sigue estas recomendaciones a la hora de regar:

  • Es mejor regar abundantemente y cada más tiempo, que más veces y de forma más ligera, ya que en el primer caso las raíces tenderán a profundizar buscando agua y la planta se fortalecerá.
  • Evita mojar el cuello de las plantas, riega a unos 20 cm de él.
  • No mojes las hojas de las plantas, de ese modo reduces la posibilidad de que aparezcan hongos.
  • Riega en las horas menos calurosas, sin sol directo.
  • Cuando el huerto es pequeño, una regadera con florón que vierta una lluvia suave y fina, será suficiente. El riego por goteo en huertos de mayor tamaño también es práctico, porque aprovecha mejor el agua y compacta menos el terreno.

La distribución del espacio

Para organizar el huerto, es aconsejable distribuir el espacio en parcelas. Si hay terreno suficiente, se recomienda dividirlo en fragmentos de 120x120 cm, con senderos de unos 50 cm de ancho entre ellos, para poder pasar holgadamente. Cuando disponemos de recipientes grandes, algunos ya vienen divididos. La ventaja, en su caso, es que renovar el sustrato cada vez que se inicia un cultivo es más fácil.

La parcelación del huerto tiene como objetivo, en última instancia, poder agrupar los cultivos según sus características y exigencias, de modo que sean compatibles y no compitan entre sí. Es decir, compartirán requisitos de agua, pero tendrán distintos tipos de enraizamiento, para no luchar por los mismos nutrientes (es mejor juntar plantas de raíz superficial con otras de raíz profunda). Además, puede coincidir que tengan distinto ciclo, de modo que se conseguiría que la parcela siempre esté en activo. Nunca mezcles especies de la misma familia, porque demandan los mismos nutrientes.

La rotación de cultivos

Este concepto está sostenido por la comprobación de que no es apropiado plantar dos años seguidos en el mismo lugar especies del mismo de los cuatro grupos de hortalizas con necesidades comunes. De esta manera, está demostrado que se rentabilizan al máximo los nutrientes y se consiguen mejores productos. Te enumeramos a continuación cuáles son esos cuatro grupos:

  • GRUPO 1. Familia de las patatas:

    constituida por las solanáceas (tomates, pimientos, berenjenas, patatas, boniatos y batatas), son plantas exigentes que necesitan mucho abono orgánico.
  • GRUPO 2. Familia de las leguminosas:

    formada por guisantes, judías verdes, habas, garbanzos, etc. Fijan el nitrógeno en el suelo, un nutriente que usará el tercer grupo el año siguiente.
  • GRUPO 3. Familia de las coles.

    como el repollo, la lombarda, la coliflor, las coles de Bruselas o el brócoli, que necesitan muchos nutrientes y tras su cosecha siempre hay que abonar el suelo.
  • GRUPO 4. Hortalizas de raíz:

    como cebollas, puerros y chalotas como las zanahorias, que necesitan poca agua y poco abono.
  • Hortalizas sin rotación:

    este grupo compuesto por espinacas, lechugas, calabazas, calabacines y pepinos, entre otras, pueden plantarse en cualquier hueco y no requieren rotar.

Las enfermedades

La mejor manera de defenderse contra las plagas del huerto es desarrollarlo en las mejores condiciones de luz, abono y riego, pues las plantas débiles o estresadas son más susceptibles de ataques. Como recomendaciones genéricas, presta especial cuidado con:

  • Aportar la cantidad de abono y riego necesaria. Tanto el defecto, como el exceso, pueden ser perjudiciales.
  • La acumulación de agua en la tierra. Su existencia puede promover los hongos de pudrición radicular.
  • La densidad de las plantaciones, para que no sea excesiva.
  • Las malas hierbas, retirándolas lo antes posible para que no sirvan a las plagas para esconderse.
  • La adecuación de los tratamientos preventivos, para actuar lo más rápidamente posible en la dosis apropiada.
  • Respetar el período de seguridad, antes de consumir las hortalizas.

Observa periódicamente tu huerto para repasar estos puntos, pero también para detectar posibles plagas y hongos cuanto antes.

Plagas

  • Pulgones:

    se alojan en brotes tiernos y capullos florales.
  • Trips:

    insectos muy pequeños con forma de piojo que se desarrollan con el calor seco y suelen afectar a la cebolla.
  • Mosca blanca:

    aparece cuando hay humedad y calor y daña a tomateras y coles.
  • Larvas:

    como las orugas de muchas mariposas.
  • Babosas y caracoles:

    afectan especialmente a las lechugas..

Hongos

  • Oídio o cenicilla:

    típico en otoño y primavera, suele atacar al calabacín, al pepino y a la calabaza.
  • Mildiu:

    aparece en zonas frescas muy húmidas y suele atacar a tomateras, patatas, lechugas, cebollas y pepinos.
  • Hongos del suelo (Phytophthora, Pythium, Fusarium):

    Surgen a raíz de los encharcamientos.

Entre nuestros productos fitosanitarios puedes encontrar distintas posibilidades para combatir estas plagas y hongos. Recuerda que también hay animales que nos pueden ayudar en esta tarea de una manera natural, entre ellos los pájaros silvestres, que puedes atraer hacia tu huerto con nidos y comida.

Virginia Moreno
Virginia Moreno
Autor/a del artículo

Periodista de profesión y jardinera de corazón, Virginia ha dedicado los últimos años a enriquecer la comunidad de Fronda con su experiencia y conocimiento profundo en el cuidado de las plantas. Su trabajo refleja no solo su amor por el verde sino también un compromiso con la precisión y la calidad, siendo asesorada por los más destacados expertos de Fronda. Cada artículo de Virginia es un testimonio de su viaje continuo a través del aprendizaje y la colaboración, asegurando que cada lector pueda cultivar no solo plantas, sino también amor por la naturaleza.